25



Un día llegué, sin proponérmelo, hasta el valle escondido entre barrancas de Malcolm Lowry, para tener uno de los encuentros más interesantes de mi vida: conocí a un escritor, ya fallecido, pero con una presencia audible que sigue viva y presente, Calíope y Mnemea en una sola sola voz de Sibila que me fué mostrando ese mundo interno del escritor y poeta atormentado y comprometido con su obrar más que con su obra, porque consideraba el obrar la construcción cotidiana del mundo, sin límites, sin prólogos posibles, sin formas acabadas ni determinantes, pero arraigadas en lo más bello y profundo del espíritu occidental, o quizá, accidental diría él.

A través de páginas, trabajos de amor, vastas en poesía, prosa y ensayo, descubrí que el territorio frente a mis ojos es un gran texto que nos invita a viajar, de manera inagotable, a  recrear y volver a imaginar los mundos, a tomar una senda cualquiera como si se tratase del pasillo de la biblioteca Franklin de mi infancia o de la carretera larga y derecha que corre de Durango hasta la frontera de Chihuahua con Texas, las lecturas y las escrituras como grandes expediciones, y el escritor, el margí, el caminante, un tschandala que canta sus poemas y relatos mientras el mundo, los mundos, ruedan bajo sus pies descalzos.

Comentarios

Entradas populares