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Dice mi madre que nací el día de la virgen del rocío, la patrona de los gitanos, un domingo en medio de un sismo de 6.8 grados Richter, medio asfixiado porque el personal médico corrió a refugiarse fuera de la sala de partos… Salvado por Joaquina, mi abuela, y sus manos fuertes, tal vez por eso estoy chalado y no encuentro acomodo desde entonces...

Las estrellas auguraron, ese año, el surgimiento de la utopía caribeña de Fidel y sus barbudos, quizá por eso salí contestatario seguidor de espejismos...

Y dicen que, también en ese año, unos greñudos cambiarían para siempre el panorama musical británico, y del mundo, desde un tugurio de Liverpool, la música no se me dio por más que busqué al duende que se zangolotea al compás de Keith Jarret o Avishai Cohen...

Amigo del mundo, dijiste una tarde, algo así como soñador irredento, vago, conocedor de todo y experto en nada, corredor de tres maratones y medio, dibujante y pintor improvisado, lavaplatos en un barco evangelizador, polizonte en trenes que iban al Istmo, fotógrafo de bodas mal logrado, espeleólogo por casualidad, profesor por herencia y vocación, escalador invernal y a veces veraniego, pastor de almas confundidas e ignorantes, consultor de ambiciones y asesor de falsos crímenes de cuello blanco, lector compulsivo desde niño, cocinero itinerante, guionista y jala-cables, diseñador sin suerte, fotógrafo de cúpula, vendedor cambacero oportunista, alijador por un día, guía de montañas mágicas…Común y corriente humano, en proceso de perfeccionamiento, al que quizá no le alcance esta vida para retribuirte el amor y la paciencia… 

Sigo esperando otro sismo, cada 24 de mayo, para ver si se acomoden los astros, para ver si se “voltea el santo” y dejo de buscarte, levantando la piel del mundo, para saber que siempre has estado ahí dentro, siempre conmigo.